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viernes, 18 de abril de 2014

Contra el estrés… nada mejor que unos buenos perrones…

Dos buenos ejemplares de sargo


Hola amig@s:

Vivimos en tiempos de ajetreos y trajines, soportando prisas,  problemas y carreras, donde los despertadores y las agendas marcan el ritmo de "nuestra" vida, para poder hacer frente a lujosas hipotecas. Necesitaba visitar de nuevo alguno de mis escondites, evitando aunque solo fuera por unas horas la pandemia de estrés que azota este planeta.

No tenía nada planeado, o tal vez mi cerebro había maquinado un plan tan en secreto que ni yo mismo me había enterado. El caso es que nada más despertar, anulé todo lo hecho y por hacer, preparé los bártulos y cuando me di cuenta estaba triturando sardina casi sin querer. Son de esas cosas que pasan sin saber muy bien por qué, al igual que ahora mismo yo quiero escribir en prosa y esta "cabrona" rima sale sin permiso una y otra vez.

La fase lunar era muy buena: marea viva que debía generar una gran actividad entre el pescado. Las condiciones climatológicas y marítimas no parecían tan generosas, pero qué más daba, al fin y al cabo "el peor día de pesca siempre es mejor que el mejor de los días trabajados…"

Fase lunar y horario de mareas del
día escogido
Esquema del coeficiente de mareas
Previsión de la abundancia de peces
Previsión meteorológica


Llegué muy tarde a otear la mar y nada más hacerlo, ya me descubrí a mi mismo silbando cual ruiseñor despreocupado y aunque a mí me parecía que todo era perfecto y maravilloso, el panorama no estaba muy allá. Me decidí por una puesta y con paso contemplativo comencé a marcar el camino.

Una vez en el lugar escogido, el reloj dejó en libertad al tiempo. El único ritmo que allí prevalecía era el de las olas y cada vez que respiraba profundamente, un océano de tranquilidad inundaba todo mi cuerpo.

Los sargos iban saliendo despacio pero a buen ritmo a medida que la marea iba acercándose a su nivel máximo y yo los iba echando en una poza no muy grande que se encontraba detrás de mí. Después de hora y media más o menos, decidí moverme un poco para ver si sacaba algún perrón de los grandes y nada más cambiar, enganché uno de esos que parece el padre de todos los sargos… era enorme!! Tras un par de carreras consiguió romper con los dientes el FXR 0,21mm que tenía montado en esos momentos (instantes en los que tengo que reconocer que la mala leche me volvió a correr un poco por las venas…). Pero después del oportuno cambio al FXR 0,23 mm sucede algo muy curioso: la boya se hunde, tiro y todo apunta a que estoy enganchado en alguna roca, tiro con fuerza y noto unos pequeños toques en el puntero de la caña (que estaba completamente doblado), tiro al límite y de repente aquello comienza a moverse a velocidad de vértigo… otro sargazo de los que quita el hipo…  echamos un pulso de tú a tú y con ayuda del grosor del nuevo aparejo consigo subirlo a los 10 m de altura a los que me encontraba sin muchos problemas (esto relaja mi puntual cabreo y vuelve a transportarme al pacificador momento "zen" que anteriormente habia alcanzado).

Vista de uno de los spots


Al final de la jornada y tras haber conseguido varios ejemplares de más de kilo y medio, regresé a la poza donde había echado los primeros sargos… y cuál fue mi sorpresa, cuando después de dos horas… todavía estaban vivos… impresionante!! Entonces, tal vez debido a ese estado de paz interior que me tenía abducido, o a que yo ya siempre regalo todos los sargos que pesco y hoy nadie sabía que había ido a pescar, o a que no tenía ganas de tirar por mucho peso en el ascenso de vuelta al coche, tomé una decisión sin precedentes en mi caso, que no fue otra que la de devolverlos a todos al agua, quedándome únicamente con las grandes piezas del segundo spot… quién sabe, tal vez más adelante, nos volvamos a encontrar…

Como resultado, un maravilloso día de pesca que sin duda me cargará las pilas de regreso al bullicio de la cotidianidad, haciendo que pueda volver a combatir los ceñudos y anónimos entrecejos de pobres almas estresadas con generosas sonrisas cargadas de paz interior… y si no… que me quiten lo bailao


Un saludo y buena pesca.














jueves, 3 de abril de 2014

La Reina del Pantano - Una trucha de 53 cm

Trucha de 53 cm

Hola amig@s:

Hace más o menos un mes, llegó a mis oídos el rumor de la existencia de una reina solitaria. Un pez de antigua estirpe que vagaba con aires de grandeza por un inmenso pantano del principado asturiano. Se trataba de una monumental trucha que sólo en contadas ocasiones se dejaba ver, causando enorme asombro y fascinación entre los pocos ojos testigos privilegiados de su grandeza. Cuenta la leyenda, que mil batallas llevaba libradas... con más de mil victorias conseguidas. Luchadora incansable y de inteligencia veterana. Una reina…una guerrera…

Su imperio se extendía inmenso, habiendo alcanzado todo aquello que osaba alcanzar, sin que tan siquiera uno de su especie le plantase la más mínima oposición. Todo el pantano formaba parte de su reinado y eso…la hacía tremendamente escurridiza y difícil de localizar en este viejo conocido de mis escarceos juveniles, desde los años de la inocencia hasta los de la osadía y del incipiente conocimiento, que aunque lejanos ya todos ellos, junto a la añoranza y el gusto por los retos ayudaron a despertar en mí nuevamente una sed ávida de aguas dulces.

Este primero de Abril y sin previo aviso, la tarde se presentó tranquila y sin obligaciones, momento que aproveché para calzarme raudo un básico disfraz de pescador: botas de montaña, chaqueta impermeable, caña, carrete, 4 cucharillas y un guante de lana. Ni vadeador, ni chaleco, ni sacadera, ni cesto, ni nada prescindible. Solo lo puramente fundamental. La ligereza del equipaje me permitiría desplazarme mejor por las empinadas y yermas orillas, ya que había sido fielmente informado de que el nivel del agua se encontraba unos 5m por debajo del límite máximo.

Equipo escogido para pescar
a cucharilla en pantano

Al llegar, como si las agujas del reloj de la vida se hubiesen detenido, me encontré un paisaje entrañablemente familiar: los mismos recovecos, los mismos aromas, los mismos senderos, el mismo silencio… Todo seguía igual. Tal vez los peces también continuasen frecuentando esos escondites que tantas alegrías me habían proporcionado antaño.

Metro a metro iba peinando la orilla con lances lo más lejanos posibles, hasta que a los 30 minutos aproximadamente, un fuerte tirón en la línea hizo que mi brazo levantase la puntera de la caña como un resorte. Inmediatamente un pez comenzó a hacer acrobáticas cabriolas en el aire a unos 25 metros de mí. Me recordaba mucho a esas peleas que ofrecen los reos… pero imposible!!! Cómo iba a llegar tal animal hasta allí con una presa artificial de unos 80 metros de alto de por medio?? Comencé a traerlo hacia mis pies y gracias a la robustez y potencia del equipo, pude izarlo y ponerlo en seco pese al buen tamaño que atesoraba. Al examinarlo detenidamente, me quedé atónito al observar que efectivamente, se trataba de un reo. No se me ocurre ninguna explicación de por qué estaba allí que no pase por la introducción de esta especie de forma artificial consecuencia de la mano del hombre.

Unos 10 minutos más tarde, otra picada ponía de nuevo mis reflejos a prueba. Esta vez si se trataba de un precioso ejemplar de trucha común, que al igual que su compañero de destino, salió volando del resguardo de las aguas.

Trucha y reo

Ya tenía dos buenos ejemplares, pero ninguno pasaba de los 30 cm y algo me decía que no debía de seguir buscando a "su majestad" por esos lares. Entonces, un fuerte presentimiento cruzó por mi cabeza. Como si una especie de premonición diese respuesta a una pregunta que ni siquiera era consciente de estar planteándome. Si fuese el rey del pantano… ya se dónde me escondería!!! La trucha tenía que estar allí…seguro!!!

Salí corriendo en busca del coche y varios kilómetros más tarde ya estaba frente al lugar elegido. Se trataba de un precioso "regueiro" que desemboca en el embalse por medio de una pequeña cascada de 1 metro de altura formando un precioso pozo en su base. Aquello sin duda parecía el castillo de una reina.

Comencé a realizar lances a unos 50 metros del lugar en cuestión, donde la precisión de los mismos tenía que ser máxima por lo estrecho del escenario. Como si de una legión de escoltas se tratase, varias truchas de pequeño tamaño perseguían parsimoniosas a la cucharilla, pero sin hacer amago de atacarla en ningún momento. Lance tras lance me fui acercando al salto de agua y cuando me encontré lo suficientemente cerca me preparé para el momento definitivo. Tenía clara la estrategia, el señuelo debía de caer en lo alto de la piedra para que al precipitarse al pozo y comenzar a recoger, la trucha lo atacase instintivamente. Era un momento de total concentración. Pruebo un primer intento y veo que va mal, demasiado desviado… cierro el carrete rápidamente y tiro de la puntera de la caña con fuerza para cortar el lance en el aire y hacer que caiga cerca de mí. Pruebo un segundo intento y… este va bien… va muy bien!!! Aterriza encima de la roca, cae por la fuerza del agua, comienzo a recoger y ZAAAASSSS!!! PICADÓN… caña arriba, puntera doblada y máxima tensión en el hilo. Intento recoger unos metros y ni de casualidad. Parece un tronco… no hay quien la mueva!!! Voy metiendo sedal a medida que me acerco yo al pozo y consigo verla… preferiría no haberlo hecho… TENGO A LA REINA!!!!

Puedo observar que la cucharilla está bien clavada y eso me da confianza. Tiro poco a poco de ella y la voy empujando hacia el pantano. Parece que ya está cansada. La acerco a la orilla y no responde. Si intento izarla el hilo va a romper… así que tengo que cogerla con la mano a falta de una "playadina" en la zona que me ayude. Procuro agacharme y entonces… me doy cuenta de con quién estoy tratando… qué picardía tiene!!! Se hace la atontada para pegar "cabezadas" fortísimas en el momento de mayor debilidad del pescador. Tengo que cambiar de estrategia.

Miro a mi alrededor y veo una zona menos empinada. La canso todo lo que puedo, la acerco hasta esta pequeña rampa, me pongo el guante de lana, le saco medio cuerpo fuera y la agarro por la base de la aleta caudal con la mano enfundada para que no se me esguile… LA HE ENGAÑADOOO!!! YA ES MIIIAAAAA!!!!!!

Con la Reina del Pantano

Al quitarle la cucharilla, puedo observar que tiene la boca llena de restos de otros sedales, que lucen en su cuerpo como las medallas lucen en los trajes impolutos de los militares. "… Más de mil batallas has conquistado… y en sólo una te han vencido… pero reinado ejemplar el tuyo… ya que tus "heroicismos" se recordarán… al haberte ganado el respeto de tu enemigo…"


Un saludo y buena pesca.


P.D. El equipo usado para esta jornada estaba formado por la Cinnetic 300 Black Sea Bass (que se ha comportado excelentemente en este terreno y que estoy sometiendo a distintas pruebas para más adelante publicar las sensaciones que me aporte), un carrete de más de 20 años al que le tengo especial cariño y un hilo de 0,18 mm marca Gorila que todo sea dicho de paso, no me gustó nada.